Tú tienes la posibilidad de que tus hijos tengan una educación sobre el dinero que ni tú ni yo tuvimos. Hace años nadie escribía sobre cómo gestionar las finanzas personales y, por desgracia, muchas generaciones hemos tenido que aprender a base de palos. Luego aparecieron libros de autoayuda de mucho éxito donde todo se resumía en desear algo con mucha intensidad para que se hiciera realidad.
Pero la única realidad que hay acerca del dinero es que o te instruyes y te dedicas a trabajarlo, ya que la cultura del ahorro no crece por arte de magia por mucho que cada noche desees con fuerza que esa hipoteca que tienes en la entidad financiera desaparezca como el humo.

No subestimes el potencial de tus hijos ni arriesgues su futuro por no enseñarles lo necesario para gestionar correctamente sus finanzas. ¿Lanzarías a tu hijo al mar sin haberle enseñado a nadar? Cómprale buenos libros sobre finanzas y dedica tiempo a enseñarle mediante el ejemplo cómo se administra las finanzas una persona. Todos nos equivocamos cuando empezamos a realizar una actividad, por lo que es mejor que se equivoquen cuando todavía tienen tu auspicio en vez de meter la pata cuando no gocen de ningún respaldo y se vean involucrados en problemas que van a tardar años en superar
Predicar con el ejemplo
Mucha gente invierte en inmuebles porque ha oído decir que es una inversión segura. Otros invierten en acciones porque alguien les ha dicho que la bolsa, en períodos buenos, puede generar rentabilidades espectaculares. Otros, por lo general los mismos, se gastan más de lo que realmente pueden en la compra de un coche porque sus amigos tienen coches de gama alta y ellos no pueden ser menos, etc.
Los padres tienen la obligación de predicar con el ejemplo, ya que el día a día es mucho más efectivo que una charla delante de un papel y con un bolígrafo. Los hijos aprenden cuando ven que sus padres sacrifican un capricho presente para poder obtener algo más en el futuro sin que ese desembolso les trastoque sus cuentas. De nada sirve pedir que se ahorre energía si luego nos dejamos las luces de toda la casa encendidas, o que les hablemos de regular el gasto cuando se tira mucha comida que ni hemos consumido y que se nos ha caducado.
Llevar a los hijos de compras es una buena oportunidad para que aprendan que no todo lo que nos piden se les puede conceder. También hay que dejarles claro que si se les compra una cosa no tienen derecho a otra un poco más tarde; es un buen ejemplo para que vean que los recursos son limitados. De esta manera empezarán a valorar un concepto muy habitual en economía, el coste de oportunidad.
Educación financiera de los hijos
La mejor enseñanza es aquella que proviene de la práctica del día a día, en primer lugar, porque es más natural y menos pesada y, en segundo lugar, porque es la que cala más en el cerebro de los niños. Por eso es importante que la educación financiera de los hijos empiece mediante herramientas que les permitan aprender disfrutando y viendo la enseñanza más como un juego que como el resultado de una actividad realmente aburrida. Los siguientes pasos te pueden servir de guía:
• Puedes empezar a educar a tus hijos en materia de dinero mediante juegos que conlleven decisiones de compra y acumulación de dinero, demostrándoles que todas esas cosas que ahora hacen con dinero de papel pasan en la vida real.
Un paso más avanzado será permitirles participar en la toma de decisiones de compra con recursos limitados, por ejemplo, preparar el presupuesto de su fiesta de cumpleaños (a cuántos niños invitar, el coste de cada niño, etc.), comprar el regalo de algún familiar, etc., para que empiecen a ver que las decisiones sobre el dinero se basan en otro principio básico de la economía: la escasez de recursos.
• El establecimiento de una mesada periódica con la que deben hacer frente a sus caprichos hace que asuman responsabilidades por ellos mismos, ya que sabrán que los recursos no son ilimitados y que van a tener que sacrificar cosas con el objetivo de conseguir otras que les proporcionen más satisfacción o que les cubran una necesidad mayor. De esto hablaremos más adelante.
• El paso decisivo será la participación del hijo ya adolescente en las decisiones del presupuesto doméstico de toda la familia mediante el conocimiento de los gastos que tiene la casa, la evolución de éstos durante todos los meses, las consecuencias de una buena política energética, qué repercusión tiene salirse del presupuesto y qué representa un gasto excesivo en gastos de primera necesidad, como, por ejemplo, la comida.
En esta parte de su aprendizaje es importante que conozcan el seguimiento de una buena política de ahorro que permita a la familia ciertos caprichos estacionales como el pago de las vacaciones o una determinada compra de uso común.